viernes, 1 de mayo de 2009

Mont Blanc - 1997 (2ª Parte)

Después de haber aclimatado y haber calentado con varias excursiones la climatología es benigna y anuncian varios días despejados. Así es que para arriba. Son necesarios dos días. El primero además se cuenta con la ayuda de remontes mecánicos en su tramo inicial. Hay que desplazarse hasta la próxima localidad de Les Houches y tomar un teleférico hasta el collado de Bellevue. Allí se espera en una pequeña estación hasta que pase un tren de cremallera que nos remontará hasta el Nid d'Aigle, situado a casi 2.400 metros de altura. Desde aquí hay que pegarse una pechada hasta llegar pasado el Refugio de Goûter, que está a 3.817 m., y colocar las tiendas. El refugio está siempre lleno, además con el tema de las letrinas a esa altura hay un olor que apesta. Recuerdo que hay que atravesar una zona rocosa muy descompuesta, que en algunos tramos más delicados está equipada con pasamanos, alguna cuerda y clavijas. Aunque no ofrece mucha dificultad. Durante el recorrido sí que pensamos en la famosa "bolera", Miguel Angel nos dice que es un nevero que hay que atravesar distanciados uno de otro, o de dos en dos. Es un nevero como un tobogán gigante y de vez en cuando se desprenden pequeñas piedras (alguna no tan pequeña) desde su parte superior. Como podéis imaginar, los "bolos" somos nosotros mismos. Hay que cruzar como un centenar de metros, fijarse bien en el suelo y a la vez mirar de reojo para arriba por si cae alguna piedra. Un poquito de emoción, pero lo cierto es que después de pasar se respira más tranquilo. Por supuesto que llevábamos cascos para la cabeza. Pasado el refugio a colocar las tiendas en la nieve, preparar la merienda-cena y pronto a dormir que a las 12 de la noche hay que levantarse. Hubo que derretir nieve para la cena, el agua líquida se guarda para la ascensión del día siguiente. También derretir para llenar las cantimploras y añadirle algunas sales o litines y pastillas potabilizadoras, por si acaso.
Y al día siguiente, con bastante frío a esa altura, a preparar algo caliente para el desayuno, vestirse, ponerse el frontal y para arriba. Elena tiene dolor de cabeza y el estómago revuelto. Pueden ser síntomas de la altura. Muy a su pesar decide esperarnos en la tienda. Miguel Angel, que ya había subido el año anterior dice que se queda con ella, siempre le estaré agradecido por ello, y el resto continuamos para la cima. Hay que llegar al amanecer, hacer las fotos y saludos de rigor, bajar al campamento, recoger las tiendas y llegar a la estación del tren de cremallera antes de que inicia el último viaje del día. Así lo hicimos.



Sí que recuerdo perfectamente el frío que hacía, subimos el día 10 de Agosto y la temperatura era de 10 grados bajo cero, de un día claro y hermoso. El agua dentro de la cantimplora y ésta dentro de la mochila se estaba escarchando. Y sentía algo de frío en las pies. Pero el esfuerzo mereció la pena. Ya en el descenso hicimos un descanso en el refugio de altura de Vallot (4.350 m) y me fumé un cigarrillo, aunque esté mal decirlo.

Los días siguientes fueron de completa relajación. Tomar las correspondientes cervezas, realizar compras, hacer turismo. Fuimos, por ejemplo, a la vecina localidad suiza de Zermatt, para ver de cerca el monte Cervino. Vaya peñasco, pero para otra ocasión. Zermatt es un pueblo curioso, no se puede acceder en coche, excepto sus habitantes que lo tienen que dejar a la entrada, pues por el casco urbano sólo se circula con vehículos eléctricos.
En internet hay mucha información sobre el Mont Blanc, coloco aquí un enlace de una página web que me ha gustado y es muy completa.

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