
Cada travesía que hemos realizado por el Pirineo la recuerdo con especial cariño. Por ser la primera unas veces, otras por la dureza, todas por la grata compañía de los amigos y amigas, también por familiares. En las travesías se convive más que ninguna otra cosa, en un ambiente y una actividad que a todos nos une, se sufre muchas veces por el esfuerzo, pero siempre es gratificante. Recuerdo especialmente el poder dormir en altura, contemplar las estrellas tan brillantes y sin contaminación. Dialogar, hacer nuevos planes, comentar la jornada, desear la primera cerveza cuando lleguemos...
Ésta la recuerdo por dos motivos: por ser la más larga que he realizado, el primero. El segundo es muy triste, coincidió con el desastre del Camping de las Nieves en Biescas. Entonces no había móviles, tampoco llevábamos un pequeño transistor. Así es que nos enteramos a los cinco días de lo sucedido y nuestras familias estaban muy alarmadas sin tener noticias nuestras. Y eso que a Paca le dejé la lista con el recorrido de cada día, pero es que lo que pasó fue muy, muy lamentable.

Marchamos con tres coches. El de Concha lo dejamos en Pocilkas, un terreno y restaurante de unos amigos de Teruel, cerca de Bielsa. También en casa de Sarati dejamos el avituallamiento para la segunda parte de la marcha. Con los otros dos coches fuimos a Benasque y la primera marcha fue hasta la zona del Refugio de Estós. El segundo día llegamos hasta las granjas de Viadós. Hasta el ibón de Ordiceto el tercero y el cuarto llegamos a Parzán y fuimos a recoger los coches de Benasque con el que habíamos dejado. Dormimos allí, recogimos el avituallamiento y al día siguiente nos acercamos con los tres coches hasta Pineta.

La subida hasta el balcón ya la conocéis muchos, pues imaginarla subiendo con mochila de travesía. Creo que Candi contó ciento y pico curvas en el sendero. Dormimos cerca del Lago helado de Marboré y allí fue donde nos cayó una buena tormenta, la que motivó el desastre antes comentado. El agua corría por debajo de la tienda, pero éstas se portaron admirablemente, sólo nos tocó pasar miedo por si nos mojábamos, pero no dejó de ser una tormenta como las muchas que caen por allí. Parecía que estábamos sobre un colchón de agua. Alguna compañera estaba preocupada por cierto mozo de Albacete que dormía cerca de nosotros con funda de vivac, pasada la tormenta fueron a interesarse por su estado: tampoco se mojó. Además resulta que iba sólo, y esto no es aconsejable en el monte, por lo que pueda suceder.




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