miércoles, 13 de mayo de 2009

Travesía: Benasque - Panticosa

FOTOS DE ESPERANZA Y ALFONSO

Cada travesía que hemos realizado por el Pirineo la recuerdo con especial cariño. Por ser la primera unas veces, otras por la dureza, todas por la grata compañía de los amigos y amigas, también por familiares. En las travesías se convive más que ninguna otra cosa, en un ambiente y una actividad que a todos nos une, se sufre muchas veces por el esfuerzo, pero siempre es gratificante. Recuerdo especialmente el poder dormir en altura, contemplar las estrellas tan brillantes y sin contaminación. Dialogar, hacer nuevos planes, comentar la jornada, desear la primera cerveza cuando lleguemos...

Ésta la recuerdo por dos motivos: por ser la más larga que he realizado, el primero. El segundo es muy triste, coincidió con el desastre del Camping de las Nieves en Biescas. Entonces no había móviles, tampoco llevábamos un pequeño transistor. Así es que nos enteramos a los cinco días de lo sucedido y nuestras familias estaban muy alarmadas sin tener noticias nuestras. Y eso que a Paca le dejé la lista con el recorrido de cada día, pero es que lo que pasó fue muy, muy lamentable.

Marchamos con tres coches. El de Concha lo dejamos en Pocilkas, un terreno y restaurante de unos amigos de Teruel, cerca de Bielsa. También en casa de Sarati dejamos el avituallamiento para la segunda parte de la marcha. Con los otros dos coches fuimos a Benasque y la primera marcha fue hasta la zona del Refugio de Estós. El segundo día llegamos hasta las granjas de Viadós. Hasta el ibón de Ordiceto el tercero y el cuarto llegamos a Parzán y fuimos a recoger los coches de Benasque con el que habíamos dejado. Dormimos allí, recogimos el avituallamiento y al día siguiente nos acercamos con los tres coches hasta Pineta.

La subida hasta el balcón ya la conocéis muchos, pues imaginarla subiendo con mochila de travesía. Creo que Candi contó ciento y pico curvas en el sendero. Dormimos cerca del Lago helado de Marboré y allí fue donde nos cayó una buena tormenta, la que motivó el desastre antes comentado. El agua corría por debajo de la tienda, pero éstas se portaron admirablemente, sólo nos tocó pasar miedo por si nos mojábamos, pero no dejó de ser una tormenta como las muchas que caen por allí. Parecía que estábamos sobre un colchón de agua. Alguna compañera estaba preocupada por cierto mozo de Albacete que dormía cerca de nosotros con funda de vivac, pasada la tormenta fueron a interesarse por su estado: tampoco se mojó. Además resulta que iba sólo, y esto no es aconsejable en el monte, por lo que pueda suceder.

Por la mañana el Circo de Pineta estaba espléndido, la noche anterior no se veía el Cilindro y hacíamos conjeturas sobre por dónde subiríamos. Ahora estaba claro, pero tocaba atarse los machos para la subida que nos esperaba hasta el Collado.
Pusimos las tiendas en unos prados antes de llegar al Refugio de Góriz (que estaba unos 200 metros de desnivel hacia abajo). Y como era pronto decidimos acercarnos al refugio, pues bien nos merecíamos un refresco. Allí nadie nos informó de lo sucedido en el camping. Se les había estropeado la emisora debido a la tormenta y no tenían noticias. Regresamos al campamento y en un principio habíamos pensado descansar para recuperarnos del esfuerzo de los dos últimos días. Pero el descanso consistió en que nos animamos haciendo planes y regresamos para hacer el Monte Perdido, así es que nos levantamos muy pronto y a las nueve de la mañana hicimos cima. Creo que salimos a las cuatro o las cinco de la madrugada. Y como había niebla no vimos absolutamente nada. Para algunos era el primer tres mil. El siguiente día cruzzmos por la Brecha hasta San Nicolás de Bujaruelo. Todavía no esteba hecho el albergue, sí que había una especie de bar y controlaban la acampada en la zona. Allí tampoco nos enteramos de nada, sólo leimos unos folios en los que rogaban al personal de la zona que se pusieran en contacto con sus familiares. No había teléfono, había que bajar a Torla. Seguimos pues nuestro camino.
Ascendimos el curso del Ara y por Brazatos cruzamos hasta el Balneario de Panticosa: nuestro destino. Fuimos al Refugio casa de Piedra, nos aseamos y lo de siempre: una cervecita al Casino y después llamaríamos a casa. Pero Sonia vino corriendo, acababa de hablar ella por teléfono con casa y le dijeron que llamáramos todos a nuestras casas, que había habido muchos muertos en el Pirineo y estaban muy preocupados pues no sabían nada de nosotros.
Y así fue como transcurrió y los hechos que acontecieron en esta larga travesía. Muchas gracias a Alfonso, Esperanza, Quina, Sonia, Candi y Concha por las jornadas vividas.
Luego Carlos, guarda del refugio, nos llevó a recoger los coches a Pineta y nos puso al día en cuanto a noticias.

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